Yolanda Arroyo Pizarro*
Nótese que no utilizo el masculino
‘Ancestro’ que quiere decir antepasado o antecesor. De ésos están llenos los
anales de la historia. Hasta la saciedad les han dedicado artículos, ensayos,
reseñas, capítulos completos y libros los propios historiadores e historiadoras.
No es lo mismo que decir ‘Ancestra’, un neologismo femenino al que me amarro
para narrar mis carencias y obsesiones.
Siento que Ancestra es más adecuado,
llena el vacío de la historicidad y de la responsabilidad poética que me obliga
a contar la vida de mis antepasadas y antecesoras, seres humanas que son las
que deseo resaltar porque entiendo que ellas mismas me lo piden en un trance
literario. Lo correcto, dado el machismo y racismo rampante que se vive en mi
país hoy, es hablar de mis Ancestras negras provenientes de África. Al menos
así me siento yo, con la necesidad de escudriñar y plasmar en literatura ese
arrebato mental que me alborota los sentidos hasta que pongo manos a la obra.
El experto Guillermo A. Baralt en su
texto Esclavos rebeldes. Conspiraciones y sublevaciones de esclavos en
Puerto Rico. (1795-1873), Ediciones Huracán, 1982 explica lo siguiente:
“Hasta fecha muy reciente, solamente se tenía conocimiento de un muy reducido
número de conspiraciones y sublevaciones de esclavos ocurridas durante el
pasado siglo XIX. Sin embargo, esta investigación basada principalmente en las
fuentes primarias documentales de varios municipios de Puerto Rico, demuestra
que, contrario a lo que siempre se había creído, los esclavos de la isla se rebelaron
con frecuencia. El número de conspiraciones conocidas para apoderarse de los
pueblos y de la isla, más los incidentes para asesinar a los blancos, y
particularmente a los mayordomos, sobrepasa los cuarenta intentos. Mas, si
tomamos en consideración la secretividad y el clandestinaje de estos
movimientos, el número resultaría, indiscutiblemente, muy superior.”
En 1998 inventé un seudónimo. Para esa
fecha yo asistía a una iglesia muy fundamentalista que sin duda se escandalizaría
por mis escritos de tendencia transgresora Bajo el nombre de Gabriela
Soyna me inventé esta cita intentando dialogar de algún modo con el escrito de
Baralt: “Las mujeres negras tomaron partido en las miles de fugas individuales
y grupales que se desataron en épocas esclavistas y subsiguientes, de este lado
del orbe. Jugaron roles activos y protagónicos en la mayoría de las sediciones
y revueltas celebradas, en pura manifestación de rebeldía. Cansadas como
estaban de la institución de la esclavitud y todo tipo de otras restricciones a
la libertad, transgredieron, infringieron y quebrantaron el orden”.
Gracias a ese dictado que de algún modo
intuí, comencé a trabajar una obra que finalmente publiqué en 2012, el libro de
relatos ‘las Negras’ usando como epígrafe esa cita de mi alter ego
Gabriela Soyna. Además, incluí la siguiente dedicatoria: “A los historiadores,
por habernos dejado fuera. Aquí estamos de nuevo… cuerpo presente, color
vigente, declinándonos a ser invisibles… rehusándonos a ser borradas”. Y es que
siempre tuve muy presente el proverbio nigeriano que dicta: “Hasta que los
leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán
glorificando al cazador”. Por otro lado Gloria Steinem, la feminista
estadounidense, ya me había contagiado con una idea voraz y perturbadora, que
aplica a quienes cuentan la historia siempre desde el punto de vista del varón,
o del patriarcado.
Ella expresa: “He conocido mujeres
valientes que explotaron los límites de la posibilidad humana, sin ninguna
historia que las guiara.” Así pues, guiada por la lógica de la historia, o aún
sin ninguna historia necesariamente conocida, me dispuse, retando a “la gloria
del cazador” a hablar de las Ancestras, desde una nueva literatura insurgente
de la Afrodescendencia. Y digo nueva, porque en Puerto Rico tenemos muy poco o
casi nada de literatura que describa a nuestras antepasadas.
No tenemos el género o la categoría slave narratives como le llaman en otros lugares a las historias contadas sobre esclavos o esclavas que sobresalieron, o incluso biografías narradas por el propio esclavo o esclava. Di con apenas dos instancias de ficción memoriada de las autoras Beatriz Berrocal y Carmen Colón Pellot gracias a un ensayo escrito por la Dra. Zaira Rivera Casellas, titulado “La poética de la esclavitud (silenciada) en la literatura puertorriqueña [1]” en el que además incluye a la reconocidísima escritora Mayra Santos Febres y a esta servidora.
Así que, con
ese inicio y de manera autodidacta, me di a la tarea de estudiar las obras: ‘Historias
al margen de la historia’ de Nelly Vázquez Sotillo; ‘Por la encendida
calle antillana: las culturas étnicas de los africanos esclavizados que fueron
traídos al Caribe en Siglo XVI’de Mirta I. Nieves Mejías; ‘Esclavos
Prófugos Y Cimarrones: Puerto Rico, 1770-1870’ de Benjamin Nistal Moret; ‘The
Slave Ship: A Human History’ de Marcus Rediker e ‘Incidents in the Life
of a Slave Girl’ de Harriet A. Jacobs. Todo ello para poder hablar de mis
propias Ancestras desde la ficción narrativa.
Cómo hablar de las Ancestras
Ahora bien,
cómo iría a hablar de ellas. La pregunta me abrumaba. Era un dilema por demás
complicado y aturdidor, porque siempre tuve muy en mente el no victimizarlas.
Todo el tiempo intuí que a pesar de la opresión y los abusos, estas fueron
mujeres hábiles, astutas, muy dispuestas para la batalla, muy orientadas a
devolver el golpe en la lucha. En América se llamó cimarrón a todo esclavo
rebelde fugado, algunos de ellos fugitivos reincidentes, que llevaron una vida
de libertad en rincones apartados de las ciudades o en el campo. A estos sitios
ilícitos se les denominó palenques o quilombos.
La escritora
Premio Nobel de Literatura, Toni Morrison, expresó en una ocasión: “I get
angry about things, then go on and work.” Y yo me siento totalmente
identificada. Para escribir me mueve el motor del coraje, de la indignación, de
querer, yo también, devolver el golpe. Es por eso que en el prólogo de ‘las
Negras’, la Dra. Marie Ramos Rosado, estudiosa de mi obra, indica: “El título
del libro nos adelanta ya la temática de la diversidad, la cuestión de género y
raza. Las Negras recoge tres textos narrativos: “Wanwe”, “Matronas” y
“Saeta.”
Las
dedicatorias y citas a principio son reveladoras de las intenciones de la
escritora. La autora dedica su libro a “los historiadores”, y de inmediato
aparece una cita del libro: Esclavos rebeldes. Conspiraciones y sublevaciones
de esclavos en Puerto Rico de Guillermo A. Baralt. La cita destaca la
importancia que tuvieron los levantamientos de esclavos en el siglo XIX en
Puerto Rico y la desinformación que existe entre la historia oficial con
respecto a esas rebeliones pues hubo gran secretividad y clandestinaje de estos
movimientos, lo que nos hace pensar que la información histórica aún está
incompleta.
¿Por qué
ocurre esto? Está incompleta porque los historiadores (as) han centrado sus
investigaciones en las rebeliones realizadas por los esclavos y hombres negros,
pero se han invisibilizado todas las gestiones realizadas por las mujeres
negras. La historia puertorriqueña como la universal ha sido narrada desde una
óptica patriarcal.
Por tanto, la
dedicatoria del libro es una denuncia a la historia oficial; “por
habernos dejado fuera.” Se está reclamando la visibilidad histórica de las
mujeres esclavas. Tal parece que la escritora decide a través de la ficción
hacer visible a todas las mujeres negras y destacar las
aportaciones que han realizado para la humanidad, pues aún no parecen
ser reconocidas. […] En estas narraciones, Yolanda Arroyo Pizarro destaca
la valentía y firmeza de las mujeres negras, quienes “tomaron partido en las
miles de fugas individuales y grupales en las épocas esclavistas.” También de
sus narraciones se infiere los roles activos y protagónicos que tuvieron estas
negras en la mayoría de las revueltas y sediciones; sin embargo aparecen
invisibilizadas para la historia oficial y canónica”.
Desde dónde hablar de las Ancestras
¿Desde dónde, pues, hablar de las Ancestras?, me pregunté, ya resuelto lo anterior.
En agosto de
2012 viajé a Caracas, Venezuela, para celebrar las Jornadas del Primer Foro
Internacional de Afrodescendencia y descolonización de la memoria. Fui la
invitada de honor representando a Puerto Rico. Conocí al activista
afrocolombiano Carlos Rúa, conferenciante, investigador y escritor nacido en
Tumaco, que reside actualmente en Nariño, Colombia. Él me enseñó la palabra
“tonga” que según me explicara, para ellos era el equivalente de lo que yo
conocía como “quilombo” o “manigua”.
Palabras como tonga, palenque, quilombo y manigua son prácticamente lo mismo. Un territorio desde donde organizar la revuelta. Así pues la contestación a la pregunta ¿desde dónde hablar de las Ancestras? tiene como respuesta única e indivisible el siguiente enunciado: Hay que hablar de mis antepasadas desde el único lugar ideológico y correcto: desde la Resistencia.
En su libro
‘Memorias palenqueras de libertad’ la Dra. Clara Inés Guerrero García nos
insta: “La libertad es el eje de la memoria cimarrona, de la misma manera en
que la paz lo es de la memoria palenquera.” Esos llamados palenques o tongas en
el terreno que hoy es Colombia, componen el rompecabezas del fenómeno histórico
que se inició hace cuatrocientos años en el marco de las sociedades esclavistas
en el nuevo mundo colonizado.
“En Méjico y
Cuba también se conocieron como palenques, en tanto que en Venezuela fueron cumbes;
en Brasil quilombos, mocambos, ladeiras y mambises, así como maroons
en el Caribe, las Guayanas y en regiones de lo que actualmente es el sur de los
Estados Unidos. Los vocablos cimarrón, palenque y arcabuco son de origen
español y en Colombia se combinaron indistintamente para señalar el mismo
fenómeno.” (Cultura Palenquera, 2010)[2].
De ahí, de
esas lecturas, de esas inspiraciones nacieron mis heroínas, las protagonistas
de ‘las Negras’: Wanwe, Ndizi y Tshanwe. Acaso avatares de ficción coladas en
el trance de mi memoria ancestral, que se convirtieron en las mujeres negras
esclavizadas y hechas libres por ellas mismas y sus propias confabulaciones.
Mujeres subversivas, transcorpóreas, que pidieron voz, cuerpo, armas y
venganza.
Notas:
[1] La
poética de la esclavitud (silenciada) en la literatura puertorriqueña. Dra.
Zaira Rivera Casellas. Universidad de Puerto Rico, Río Piedras - Cincinnati
Romance Review. Fuente: http://www.cromrev.com/volumes/vol30/07-vol30-rivera.pdf
[2] Cultura
Palenquera: Primer Pueblo libre de América. Fuente: http://www.planeta-afro.org/index.php/rtl-languages-native-support/palenqueros.html
Lista
de imágenes:
1. Siete
mujeres posan juntas tomándose las manos, Missouri, 1890, fotógrafo
desconocido.
2. Sojourner Truth, nacida Isabella
Baumfree, predicadora y luchadora abolicionista de Estados Unidos de
América.
3. Harriet Ann Jacobs fue esclava,
cimarrona, abolicionista y feminista estadounidense y escribió una narrativa de
su vida como esclava.
4. Mujer afro-americana desconocida, confinada, a
principios del siglo XX.
5. Marie "Stagecoach" Fields, fue
esclava y luego de su emancipación fue la primera mujer cartero de Estados
Unidos.
6. Effie Waller Smith, sentada a la derecha,
poesta afro-americana, hija de ex-esclavos. Su íntima amiga, Ms. Ratllife, dejó
su única hija a cargo de Waller Smith al morir.
Sobre la autora:
Yolanda Arroyo Pizarro, escritora puertorriqueña, ha sido publicada en España, México, Dinamarca, Hungría y Francia. Ha participado de los congresos culturales Bogotá 39 del Hay Festival, FIL Guadalajara, Festival Vivamérica en Madrid, LIBER Barcelona, el Otoño Cultural de Huelva en España, la Organización Iberoamericana de la Juventud en Cartagena de Indias, Colombia, la FIL Guadalajara,y el Festival de la Palabra en Puerto Rico y Nueva York. Su reciente producción incluye un libro de poemas bilingüe (inglés y español) titulado Saeta (2011), que explora el tema de resistencia e historicidad en el marco de la mujer afrodescendiente, rebelde y cimarrona. Además, en 2010 publicó con Editorial EGALES en Madrid y Barcelona la primera novela lésbica puertorriqueña Caparazones que se distribuye también en México y por la que acaba de ganar su quinto Premio PEN Club de literatura isleña. Sigue su producción cultural a diario, accediendo a su blog aquí.
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