José Solano Solano
5 de Marzo de 2015
Una insólita carta ronda el perfil de la Municipalidad de Talamanca en
Facebook. Fue subida el 19 de febrero del presente año, a las 8:05 am,
saliendo, según dicta el membrete del documento, de la propia alcaldía
municipal. Esta carta ha dado de qué hablar entre el movimiento ambientalista nacional,
sobre todo bajo el contexto en el que se encuentra el país tras la muerte de
Jairo Mora Sandoval. Es importante, por tanto, conocer el oscuro mensaje que se
muestra evidente en cada palabra escrita.
La retórica que envuelve los dos primeros párrafos es solo el preámbulo
para gotear palabras de odio y anulación, parafraseando a Martin Luther King. Y
esta retórica está cargada de un halo de falacias casi risibles para un
costarricense que al menos tiene un poco de criterio sobre lo que realmente ocurre
en el país. Afirmar, por ejemplo, que este cantón cuenta “con uno de los
modelos más agradables del planeta” es obviar que Talamanca, según el Estado de
la Nación, está entre los cantones con mayor retraso socioeconómico del país.
Lo mismo ocurre cuando se afirma que ahí existen niveles “de desarrollo dignos
y justos para todos sus habitantes”. O el redactor de esto miente
descaradamente o no conoce ni siquiera la realidad de su lugar de residencia.
Después de esta verborrea suavizante del contenido siguiente, la
municipalidad empieza su ataque hacia dos personas que habitan el cantón desde
hace ya varios años, se trata de Philippe Vangoidsenhoven, de origen belga, y
Carol Meeds, de origen estadounidense, a quienes se les acusa de “crear
malestar entre la ciudadanía, a irrespetar las autoridades locales y nacionales
y, en especial, a manchar, de forma infame, la imagen de nuestro querido Caribe
Sur y de nuestro modelo de vida y de relación con la naturaleza.”
Sin embargo, de estas acusaciones hechas en la carta, no se aportan
pruebas para aseverar tal cosa: no se dice cómo afectan a la ciudadanía, ni
como han irrespetado a las autoridades, ni como han manchado la imagen del
cantón. Si la queja de la municipalidad radica en que estas dos personas han
dedicado su vida a la conservación de la naturaleza de todos los costarricenses
por medio de denuncias, será lo único de lo que tengan razón. Mas esto no se
dice en la carta, tan solo se intuye. Es decir, la razón de disconformidad que
nació, según parece, de la oficina del alcalde municipal, se debe a que don
Philippe y doña Carol no se han quedado callados ante las graves agresiones al
medio ambiente de la zona. Sobra recordar que por estas mismas acciones murió
Jairo Mora Sandoval. Sobra recordar también que por estas acciones la
expresidente Laura Chinchilla mandó a combatir a los ambientalistas.
Se le olvida a la municipalidad de Talamanca que el artículo 50 de la
Constitución Política de Costa Rica establece que toda persona “está legitimada
para denunciar los actos que infrinjan ese derecho [a un ambiente sano] y para
reclamar la reparación del daño causado.” Por lo tanto, lo que sí es realmente
absurdo, es pensar que el señor Vangoidsenhoven no está legitimado para
“derrochar enormes recursos nacionales” para denunciar los malos manejos y
daños que se le hacen al medio ambiente que es de todos. Así que la falacia del
“modelo costarricense de armonía con la naturaleza” sale sobrando cuando, en
múltiples ocasiones, es el mismo Estado el que ha propiciado los daños
ambientales. Los ejemplos sobran aquí.
Después de todo esto, viene la cereza en el pastel de la ignominia. La
municipalidad acusa al señor Vangoidsenhoven por las cosas que hizo su país en
el pasado, como si él fuera el representante de Bélgica para el mundo. Peor
aún, y es aquí donde se raya en lo burdo, la municipalidad asevera que don
Philippe “mucho tiene que hacer por su país”, como si no lo estuviera haciendo
ya al salvaguardar el ambiente. ¿Será menester recordarle a la municipalidad
que los efectos de la contaminación no tienen fronteras?
De esta forma, la municipalidad insta al señor Vangoidsenhoven y a la
señora Meeds a “abandonar Talamanca, y preferiblemente el país” pues “mucho
tienen por hacer en sus respectivos países”. Y es aquí donde nace la pregunta:
¿quién escupe tanta saña, mentiras y tarugadas? La contaminación no es un
problema local, es de todos, por tanto no conoce nacionalidad. Apelar a esta
xenofobia nacionalista solo degenera lo humano, a la vez que deja un mensaje
claro contra todos aquellos que se atreven a defender el ambiente. Estas son
amenazas claras, contundentes, simbólicamente violentas contra la integridad
humana y, específicamente, contra los ambientalistas que protegen nuestros
recursos naturales. ¿Qué puede responder la municipalidad de Talamanca a esto?